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jueves, 31 de enero de 2013

La cara perdida del Partenón

Una conferencia explica las distintas hipótesis sobre la composición original del frontón este del templo ateniense

Escultura de Dionisos procedente del frontón este del Partenón.

El Museo de Reproducciones Artísticas de Bilbao abordará a través de las piezas de su colección el debate sobre la composición original del frontón este del Partenón, de Atenas, que las investigaciones no han podido determinar con exactitud al conservarse solo una parte de su conjunto escultórico. Las distintas hipótesis sobre su configuración primigenia serán presentadas en una conferencia que se ofrecerá en el museo el próximo jueves (18 horas, entrada libre).
La colección del museo cuenta con réplicas de las esculturas del frontón este del Partenón, que serán la base de la conferencia. Las reconstrucciones hipotéticas de los elementos de la fachada del templo ateniense se basan en documentos antiguos y en los escasos restos materiales existentes, principalmente las marcas dejadas por las esculturas en la cornisa.
Gracias al geógrafo griego Pausanias, del siglo II, se sabe que el tema central del frontón era el nacimiento de Atenea. Sin su mención, habría sido imposible reconocer la temática puesto que la mayor parte de las figuras se ha perdido y las que se conservan se encuentran tan deterioradas que su identificación resulta muy difícil. Otra aportación histórica esencial para el conocimiento de los frisos y frontones del templo son los dibujos realizados por el artista francés Jacques Carrey en el siglo XVII, poco antes de la guerra turco-veneciana que supuso su desfragmentación final.
Desde el traslado de las esculturas al Museo Británico, en Londres, se han propuesto teorías muy diferentes para la reconstrucción del frontón. La controversia principal se ha referido al grupo central, y todavía hoy se discute sobre si una sola figura o dos ocupaban este espacio esencial de la composición.  La identidad y el número de figuras que poblaban el frontón también es tema de debate y las únicas identificaciones con las que parecen estar de acuerdo casi todos los especialistas son en las de Helios y Selene, flanqueando ambos extremos de la escena, y Afrodita, situada en el ángulo derecho del frontón.

Conferencia del profesor Pedro Olalla: ¿Por qué Grecia?

Conferencia audiovisual de Pedro Olalla sobre la importancia del elemento griego en la conformación de la cultura. Pronunciada en la "X Jornada Clásica de Sagunto" (Sagunto, España, 17/11/2012), en un clima marcado por la nueva reforma educativa española, que reduce la presencia de las humanidades y, en especial, el estudio del latín y del griego.








lunes, 28 de enero de 2013

La fiebre del oro empobrece Grecia

Una empresa minera canadiense se prepara para explotar las enormes reservas de oro de Calcídica sin que el Estado reciba beneficio porque renunció al canon.


Trabajos en la mina de oro de Skouries, en la región de Calcídica, donde se calcula que hay cien toneladas de oro. / BLOOMBERG
“Ahí, ¿lo ves?, ahí es donde quieren hacer el agujero”. Lazaros Toskas apunta con el dedo hacia la cima de la montaña. En medio de bosques de robles, hayas y pinares surgirá el open pit —como han aprendido a llamarlo los vecinos—, la gran excavación que una empresa minera, Hellas Gold, planea para extraer el tesoro que se esconde en las tripas del monte Kakavos, en Skouries. Desde hace milenios se conoce la riqueza de este rincón de Calcídica, en el norte de Grecia: cobre, plata, plomo, zinc y, sobre todo, oro, que ha cuadruplicado su valor en los últimos 10 años. Solo en Skouries, las reservas se estiman en 3,6 millones de onzas, más de 100 toneladas. Pero donde algunos ven negocios y oportunidad de trabajo en una tierra cercada por el desempleo, otros temen la destrucción de un ecosistema en favor de un desarrollismo, empujado por la crisis económica, del que no se fían.
Toskas es un ingeniero civil de 54 años. Vive en Megali Panagía, el pueblo más cercano a la explotación de Skouries. Es uno de los líderes del movimiento que se opone al proyecto y que en los últimos meses ha protagonizado varias acciones de protesta. El ingeniero muestra los trabajos que ya se han hecho para el drenaje del agua: “Tienen que vaciar la montaña para poder construir las galerías”. Bajo el open pit, que llegará hasta 250 metros de profundidad, luego se abrirán los túneles hasta llegar a 700 metros de profundidad. La población teme por los recursos hídricos de la zona. “En la tierra hay muchos minerales y, entre ellos, arsénico en porcentajes altos... No sabemos qué puede pasar”, comenta Toskas. En las conversaciones con los que se oponen al proyecto, el arsénico se nombra a menudo. Dicen que el proceso que la empresa quiere utilizar para extraer el oro —llamado flash smelting— no es factible en un sitio con altas concentraciones de arsénico. Eduardo Moura, vicepresidente de Eldorado Gold (el coloso canadiense de la minería, propietario del 95% de Hellas Gold), responde, por correo electrónico, que la empresa opera en estricta observancia de la regulación medioambiental europea y griega y que el “estudio de impacto ambiental para las minas de Calcídica ha necesitado cinco años para ser preparado, revisado y aprobado por el Estado griego”. En cuanto al proceso de producción, la compañía dice haber efectuado “pruebas para determinar que puede usarse con éxito”.


El ingeniero Lazaros Toskas, en el lugar donde se excava la mina. / MARIANGELA PAONE

“No estoy a favor ni en contra. Pero me gustaría que el trabajo llegase de otras alternativas”, dice el propietario de una joyería en Ierissos, centro turístico de Calcídica convertido en cuartel general de la protesta contra la mina. El joyero resume las preocupaciones de la gente, también de aquellos que, como él, no han participado en las movilizaciones. “El agua que bebemos viene del monte. Si se contamina, ¿qué hacemos?”, dice. Luego está el turismo: “¿Usted cree que alguien vendría si supiera que a pocos kilómetros hay una mina?”. Asegura entender la preocupación de los desempleados, la principal línea de división entre quienes están a favor y quienes rechazan el proyecto. De hecho, la empresa emplea ya a 1.100 trabajadores. “Nuestras operaciones crearán más de 5.000 empleos directos e indirectos”, explica Moura.
Muchos creen, sin embargo, que los beneficios no compensan los riesgos, y desconfían de las informaciones oficiales. Y para explicar las razones de la desconfianza apuntan a cómo el Estado malvendió los derechos de explotación del proyecto minero, en una región, el norte de Grecia, que atesora metales por valor de unos 20.000 millones de euros. En diciembre de 2003, el Gobierno griego se hizo con el control de la mina tras un acuerdo extrajudicial con TVX Hellas, la antigua propietaria, que dio por cerrado el proyecto tras las protestas de la población local. El Estado la compró por 11 millones de euros y el mismo día la vendió por la misma cifra a Hellas Gold, fundada tres días antes, cediendo todos los derechos de explotación. Poco después, el 95% de las acciones de la compañía fueron adquiridas por la canadiense European Goldfields (EG). En una auditoría, el valor de mercado de la sociedad se estimaba entonces en unos 400 millones de euros. En 2012 EG fue relevada por Eldorado.
La empresa defiende el proyecto y alega que “tiene todos los permisos medioambientales necesarios”. Pero los grupos que se oponen a la mina han recurrido ante el Consejo de Estado griego el estudio de impacto ambiental y aún se espera la decisión definitiva. Mientras tanto, el organismo autorizó a mediados de 2012 a la compañía a continuar la operación de limpieza del terreno y tala de árboles, contestadas por los opositores. “Es cierto que tienen los permisos ambientales, pero no es suficiente para seguir con el proyecto. Aún necesitan autorizaciones técnicas. No pueden empezar a construir la central de producción, ni el vertedero de los residuos. Lo que pueden hacer es cortar foresta…”, dice María Kadoglu, una de los miembros más activos del movimiento antimina.
“Aquí entre 1947 y 1949 se combatieron importantes batallas de la guerra civil”, cuenta Yorgos Tarazas, desempleado que ha estado en primera línea en las protestas contra el proyecto. Algunas han acabado con violentos enfrentamientos con la policía. Una vez, el pasado verano, tras una batalla campal en el monte, los antidisturbios bajaron al centro de Ierissos, cargaron y utilizaron gases lacrimógenos. “Algunos solo habíamos visto a los antidisturbios en televisión”, dice Tarazas.

La UE censuró la compraventa

El contrato con el que el Estado griego vendió los derechos de explotación de la zona minera de Skouries, renunciando al canon por la concesión, fue investigado en 2008 por la Comisión Europea, que tres años después dictó que se trataba de ayuda de Estado que incumplía la normativa europea de competencia. La sociedad compradora, Hellas Gold, fundada tres días antes, estaba controlada por el grupo Aktor (que actualmente mantiene el 5% de las acciones), coloso de la construcción, adjudicatario de la mayoría de los proyectos para los Juegos Olímpicos de 2004 y perteneciente a la familia Bobolas, una de las más influyentes en la economía helena, propietaria, entre otras cosas, de la principal cadena privada de televisión, Mega Tv.
Para la Comisión Europea, aquel contrato, cerrado sin licitación pública, malvendía la mina y por eso ordenó a la empresa el pago de 15 millones de euros en compensaciones al Estado que, de todas formas, había avalado la compraventa. Negoció el contrato el entonces viceministro de Economía, Christos Pachtas, que poco después dimitió tras conocerse que había facilitado el cambio de una ley para la construcción de un gran complejo turístico en la región. Pachtas, que ha sido elegido presidente de la municipalidad en la que recae la zona minera, es uno de los grandes sostenedores del proyecto.

'Resucita' el diario predilecto de la progresía griega

Sede del periódico 'Eleftherotypia' en Atenas.
Sede del periódico 'Eleftherotypia' en Atenas.
Una inquietante llamada de teléfono sorprendía a las 9.55 de la mañana del pasado domingo una, en esas horas, solitaria redacción. Un informante anónimo aseguraba haber puesto una bomba en el mayor centro comercial de Atenas. Esa preocupante noticia era la confirmación de una 'resurrección': la del diario heleno 'Eleftherotypia'. El principal periódico de la izquierda griega reabrió sus puertas el pasado 10 de enero tras haber estado más de un año cerrado por la crisis y no ha tardado ni una semana en volver a ser el medio donde los radicales helenos dan aviso de sus actos.
"El nuestro es un medio clave para Grecia por su trasfondo histórico de independencia. Su beneficio es para los helenos, nadie busca sacar provecho de él", señala orgulloso a ELMUNDO.es Evangelos Panagopoulos, el editor en jefe del diario.
Han sido 17 meses muy difíciles para los trabajadores de un periódico cuyas ventas rondaban las 30.000 copias diarias cuando comenzaron sus problemas. Su caída se inició con la llegada de la crisis en 2009 y empeoró a mediados de 2011: la empresa propietaria del diario debía 50 millones de euros a sus acreedores y fue incapaz de pagar a sus cerca de 850 empleados desde agosto de ese año.
Su propietaria, Mania Tegopoulou, llegó a denunciar en octubre de dicho año una maniobra del entonces primer ministro socialista Yorgos Papandreou para evitar el desembolso de un préstamo bancario que hubiera salvado al periódico. 'Eleftherotypia' (significa 'Prensa Libre' en griego) se había convertido en azote del líder heleno durante los últimos meses por oponerse a las medidas de austeridad aprobadas por su Gobierno.

Año y medio sin trabajo

El cierre definitivo llegó en diciembre de 2011. Desde entonces y hasta el pasado 10 de enero, tan sólo se habían publicado tres números especiales del periódico en momentos tan delicados como las elecciones generales del pasado junio. Se elaboraron con la colaboración altruista de los periodistas y el aporte voluntario de fondos por parte de individuos y empresarios anónimos tras la ocupación del periódico durante varias semanas, un periodo convulso donde se dieron duras acusaciones entre profesionales y directivos de la empresa.
La mayoría de sus periodistas no había cobrado ni un euro desde agosto de 2011: "Fueron leales al periódico y se quedaron a pesar de no tener ingresos, no se fueron a otros medios", ha señalado el editor Panagopoulos disimulando un cierto malestar por algunos compañeros 'exiliados' en un medio de producción propia llamado 'El Diario de los Periodistas'.
No todos quisieron ni pudieron esperar a la reapertura del diario. Muchos de ellos reclaman todavía en los tribunales las pagas debidas por la empresa y varios medios helenos han filtrado un incumplimiento del convenio colectivo en los nuevos contratos. El camino para el saneamiento del diario será todavía arduo.

Vuelta de un histórico

Hubo momentos donde los reporteros perdieron casi todas las esperanzas de ver el periódico en funcionamiento de nuevo. Todo comenzó a tornarse favorable en noviembre, cuando se anunció el interés de un grupo inversor por hacerse cargo del proyecto. Las negociaciones cristalizaron y la empresa firmó un contrato con el grupo Triti Opsi para reactivar el periódico. Dicho grupo ha invertido el 90% del capital necesario para poner las rotativas en marcha.
El cierre de 'Eleftherotypia' había dejado a los quioscos griegos sin una de sus cabeceras históricas. El diario fue publicado por primera vez en verano de 1975, un periodo convulso por la caída de la dictadura militar de 'Los Coroneles' y pronto se convirtió en el favorito de los progresistas helenos. Fue durante décadas el azote del partido conservador Nueva Democracia y la ultraderecha helena, aunque también destapó varios escándalos protagonizados por los socialistas griegos (Pasok).
"La independencia es una de las señas de identidad del diario. Ese valor es básico ahora, en la Grecia de la crisis", ha subrayado el editor Panagopoulos. 'Eleftherotypia' ha vuelto a los quioscos con todos sus suplementos habituales. También ha vuelto a actualizarse su página web, el medio 'online' más seguido de todo el país.

domingo, 27 de enero de 2013

"Europa se deshace de Atenas"

Agencia EFE

Madrid, 26 ene (EFE).- "Europa no está en crisis, está muriéndose", según un manifiesto firmado por un grupo de intelectuales europeos, entre ellos, Bernard-Henri Lévy, Salman Rushdie, Juan Luis Cebrián o Umberto Eco, en el que denuncian "el cinismo, el populismo y el chovinismo rampantes" en Europa.
El "Manifiesto por la Unión", publicado hoy por el diario "El País" junto con otros tres periódicos europeos, se titula "Europa o el caos" y en el mismo sus firmantes alertan de que o el continente avanza hacia la integración política "o se sumirá en el caos".
"Europa no está en crisis, está muriéndose. No Europa como territorio, naturalmente. Sino Europa como Idea. Europa como sueño y como proyecto", subraya el artículo, que será presentado el próximo lunes en París.
Los firmantes de este manifiesto son el escritor grecofrancés Vassilis Alexakis, el ensayista alemán Hans Christoph Buch, el periodista español Juan Luis Cebrián, el filósofo italiano Umberto Eco, el sociólogo húngaro György Konrád y la filósofa búlgara Julia Kristeva.
Además, también firman el artículo en defensa de la unión política de Europa el filósofo y escritor francés Bernard-Henri Lévy; el escritor portugués Antonio Lobo Antunes; el italiano Claudio Magris; el británico Salman Rushdie; el filósofo español Fernando Savater; y el novelista alemán Peter Schneider.
La Europa actual, dice el manifiesto, "se deshace en Atenas, una de sus cunas, en medio de la indiferencia y el cinismo de sus naciones hermanas: hubo un tiempo, el del movimiento filohelénico de principios del siglo XIX (...) en el que todos los artistas, poetas, grandes mentes de Europa, volaban en su auxilio y militaban en favor de su libertad".
"Hoy estamos lejos de eso; y da la impresión de que los herederos de aquellos grandes europeos, mientras los helenos libran una nueva batalla contra otra forma de decadencia y sujeción, no tienen nada mejor que hacer que reprenderles, estigmatizarlos, despreciarlos y -con el plan de rigor impuesto como programa de austeridad, que se les conmina a seguir- despojarles del principio de soberanía que, hace tanto tiempo, inventaron ellos mismos".
Según el manifiesto "Ya no queda otra opción: o la unión política o la muerte. Una muerte que podría adoptar muchas formas y dar varios rodeos", y concluye que, si no se hace algo, Europa "saldrá de la Historia" (...) "desaparecerá".

Grecia y su futuro

La salida de Atenas del euro hubiera supuesto el fracaso del proyecto de la moneda única

27 Enero 2013 EL PAIS. ANGEL UBIDE

El FMI acaba de publicar los documentos que sirvieron de base para las discusiones del año pasado sobre el futuro del programa griego. Son más de 250 páginas que revelan la dificultad del caso, escritas en un muy cuidado lenguaje diplomático —en la jerga interna del FMI se denomina informalmente, o al menos se denominaba, fundish— que trata de lidiar con las dificultades de una negociación triangular, o a veces incluso cuadrangular, con Grecia, el FMI, los países de la zona euro y el BCE como vértices de ese complicado diseño.
Hay muchas maneras de ver el caso griego. La opinión generalizada hace un par de años era que estaba claro que no tenía solución y que, por tanto, la única alternativa era la suspensión de pagos y la salida del euro. Desde un punto de vista puramente económico, quizá. Simplificando, el exceso de deuda se puede corregir de tres maneras: poniendo en marcha un plan de ajuste fiscal, creciendo rápidamente o reduciendo el valor de la deuda. Y su valor se puede reducir de dos formas: generando inflación o simplemente incumpliendo los contratos y dejando de pagar. La opinión generalizada era que el ajuste fiscal necesario era imposible, que la aceleración del crecimiento era imposible sin una devaluación a gran escala y que, por tanto, la mejor opción era la salida del euro para así poder devaluar y la suspensión de pagos.
Pero el punto de vista puramente económico nunca ha sido el correcto —como tampoco lo era, por ejemplo, en el caso de Letonia en 2008, cuando la opinión generalizada era que debería abandonar el sistema de tipo de cambio fijo. No lo abandonó porque eso hubiera supuesto, en gran medida, abandonar los planes de entrada en el euro, y ahora Letonia está de camino de nuevo hacia su ingreso en la moneda única, habiendo recuperado la senda de crecimiento tras el (muy duro) ajuste.
La devaluación interna necesaria para volver a crecer está empezando a materializarse
El caso griego tenía muchas ramificaciones políticas, e incluso geopolíticas, a las cuales los observadores externos no prestaban suficiente atención. La salida de Grecia del euro hubiera supuesto el fracaso del proyecto de la moneda única: si un sistema monetario tiene mecanismos de salida, la credibilidad del mismo nunca será completa. Imagínense qué hubiera sucedido con los activos financieros estadounidenses si, por poner un ejemplo, Florida hubiera considerado públicamente la salida del dólar en 2008, como lógico mecanismo para generar una devaluación y así amortiguar el impacto de la durísima crisis inmobiliaria. El concepto de salida controlada, con cortafuegos, nunca fue creíble, ya que su impacto es materialmente imposible de calcular ex-ante, de la misma manera que la liquidación de Lehman Brothers tuvo consecuencias que nadie se imaginaba cuando se tomó la decisión. El efecto contagio sobre otras economías de la zona euro hubiera sido enorme, y el coste en términos de PIB, probablemente muy grande. Al final, una vez que se tenían en cuenta las posibles ramificaciones negativas de la salida de Grecia, estaba claro que no merecía la pena intentarlo (a pesar de que algunos sectores del FMI apoyaban la opción de salida y en algunas capitales europeas se consideró interesante desde un punto de vista político hasta el verano pasado). El aspecto geopolítico no se debe desdeñar. Grecia es la punta de lanza de la zona euro hacia Asia, y la salida de Grecia no solo hubiera dejado a la Unión Europea sin un mirador adelantado en la zona, sino que hubiera abierto la puerta a complicadas combinaciones estratégicas, con Rusia y Turquía en primer plano.
Tras las elecciones griegas, y una vez calmado el pánico generado por la irrupción de Syriza como segunda fuerza política del país, estas consideraciones acabaron imponiéndose el verano del año pasado, y la negociación durante el resto del año fue, por tanto, un intento de reconducir el programa griego hacia una solución lo más duradera posible. El ajuste fiscal que ha puesto en práctica Grecia hasta la fecha ha sido brutal (con una reducción del déficit primario —antes del pago de intereses— de alrededor de 15 puntos del PIB) y la devaluación interna necesaria para regenerar el crecimiento está empezando a materializarse. La caída de los costes laborales unitarios, la medida de la competitividad de una economía, supera el 15% en tasa interanual.
El resultado de la negociación es esperanzador. El perfil de la deuda sigue siendo muy complicado, pero la nueva estructura de la misma, con un coste mucho menor y un perfil de refinanciación mucho más manejable, se empieza a acercar a una solución factible. Lo que el país necesita ahora, además de, entre otras, una profunda reforma de la administración de impuestos, es la esperanza de un futuro. La recesión de los últimos cinco años —sí, cinco años de recesión, que serán como mínimo seis con 2013, increíblemente larga, algo que debería dar mucho que pensar a los responsables políticos de la gestión de la crisis griega, tanto en Grecia como en las capitales europeas y en el FMI— se ha debido, además de a las múltiples complicaciones políticas a nivel griego y europeo, a la total incertidumbre sobre el futuro del país, que ha parado en seco toda perspectiva de inversión o de empleo. Es imposible tomar una decisión de inversión cuando no se sabe qué tipo de moneda o sistema político tendrá el país en el futuro inmediato. Una lectura cuidadosa del documento del FMI podría sugerir que hay un principio de acuerdo con las autoridades europeas para reestructurar, en un futuro no muy lejano, tanto las tenencias de bonos griegos del BCE como los préstamos de los países europeos a Grecia —medida absolutamente necesaria para restaurar la solvencia del país, ahora que la gran mayoría de la deuda griega es con el sector oficial—. Este acuerdo, de existir, es implícito, pero debería hacerse explícito lo antes posible —condicionado al cumplimiento de objetivos, como se ha hecho con éxito en experiencias anteriores— para así dar fuerza a las autoridades griegas en su esfuerzo por continuar los ajustes y dar motivos al sector privado para empezar a invertir de nuevo en Grecia. Esto permitiría además reducir el nivel del superávit primario que deberá mantener Grecia en el futuro y generar espacio para el crecimiento. El esfuerzo ha sido de dimensiones casi históricas. Es hora de empezar a pensar en cómo se pueden recoger los frutos.
Ángel Ubide es senior fellow del Peterson Institute for International Economics en Washington.

El ultimátum del Gobierno pone fin a la huelga de transportes en Atenas

Los trabajadores del metro ateniense suspenden un movimiento de nueve días ante la amenaza del Ejecutivo de enviarlos a prisión

25 ENERO 2013 EL PAIS. MARIANGELA PAONE

Los trabajadores del metro de Atenas no tenían alternativas este viernes: o suspendían la huelga que había llegado al noveno día o se arriesgaban a ser despedidos o encarcelados. La decisión aprobada el jueves por el Gobierno conservador de Antonis Samarás de imponer la movilización forzosa de los empleados surtió su efecto. Finalmente, ya a media tarde, los trenes volvieron a andar. Demasiado tarde para evitar el caos del tráfico que ha atascado durante una semana todas las principales arterias de la ciudad, pero a tiempo para permitir a los atenienses de recobrar aliento después de días pasados a esperar autobuses sobrecargados o taxis, que tras meses pasados a dar vueltas en balde por la falta de escasez de clientes, no daban abasto.
En torno al metro de Atenas, uno de los pocos buenos legados del esplendor de los Juegos Olímpicos de 2004, se está librando la enésima batalla contra las medidas de austeridad. Y la suspensión de la huelga de este viernes es sólo una tregua. Los empleados del metro quieren que el Ejecutivo rectifique sobre la aplicación a su gremio del contrato único para los trabajadores de los servicios públicos que supondría una rebaja del 20% de su salario.
“Mañana [el sábado] tenemos una reunión entre todos los representantes sindicales de los transportes públicos y el sábado no habrá huelga pero para el domingo no podemos garantizar”, asegura a este diario Antonis Stamatopulos, presidente del sindicato de los trabajadores del metro SELMA. “Entendemos a las personas que quieren ir al trabajo o a los mayores que tienen que ir al médico pero también estamos luchando para ellos. Hasta personas desempleadas ha venido a Sepolia para apoyarnos”. Sepolia es el depósito donde esta madrugada los antidisturbios entraron para desalojar a los empleados que se habían encerrado y se oponían a poner fin a la huelga. Hubo tres detenidos entre los manifestantes que fueron liberados tres horas después.
Nueve días de huelga consecutivos del metro son un duro golpe para cualquier ciudad. Pero en Atenas se han convertido en una triple prueba de resistencia. Para los ciudadanos, que tras los nuevos recortes salariales y las subidas de impuestos aprobadas a principios del mes, aguantaron el parón del servicio en el que viajan cada día 700.000 pasajeros. Para los trabajadores, que mantuvieron la protesta a pesar de que un tribunal ateniense la declarara ilegal el pasado lunes. Y sobre todo para el Gobierno, que se enfrenta a la mayor huelga desde que fue elegido el pasado junio. El mensaje que mandó el jueves el primer ministro Samarás es que el Gobierno no puede ceder a las peticiones del colectivo. “El pueblo griego ha hecho grandes sacrificios y no puedo permitir excepciones”, dijo Samarás. “Todos tienen que entender que no podemos repetir los errores del pasado”, añadió, refiriéndose a los privilegios otorgados a algunas categorías del sector público.
Una situación que durante años fue alentada por todos los partidos, como recuerda el director adjunto de la versión inglesa del diario Kathimerini, Nick Malkutzis. “Los políticos están pagando el precio de haber usado el servicio público como un club privado al que aportar más socios cuando se quería. Está bien documentado cómo el metro vio crecer el número de sus empleados, a menudo en circunstancias no transparentes, durante el Gobierno de Nueva Democracia [el partido de Samarás] entre 2004 y 2009”, escribe Malkutzis en un análisis publicado este viernes. Aun así, considera que el convenio unificado para el sector público “es una de las medidas más justas” entre las que se acordaron con la troika tras el rescate financiero del país. Según Kathimerini, el promedio de los salarios de los trabajadores del metro es de 2.500 euros brutos y bajaría a unos 2.000 tras el nuevo recorte.
Pero los sindicatos defienden que la rebaja supone un nuevo sacrificio porque esto, dicen, no es lo que gana la mayoría. “El sueldo es de 1.200 euros. Con los recortes bajaría a 700”, dice Stamatopulos. El sindicato ha recurrido ante el Consejo de Estado la orden de movilización forzosa, una medida de excepción que se ha aplicado solo nueve veces desde el final de la dictadura militar en 1974. Los trabajadores alegan que es contraria a la Convención Europea de Derechos Humanos y a la Constitución. “Si perdemos esta batalla estamos perdidos. Estamos determinados a hacer todo para resistir”, dice el sindicalista.